Alemania lo buscó y lo buscó, hasta que encontró el empate merecido. España juega bien y parecía que se llevaba el partido, pero tras ponerse en ventaja se tiró demasiado atrás, con las fichas apostadas al contragolpe. Riesgoso, sobre todo porque los alemanes se le fueron encima con toda la decisión que no habían mostrado en el debut. Fue 1 a 1, en el primer partido “grande” del Mundial. El resultado, muy justo, deja las cosas parejas en la zona. Tras la victoria de Costa Rica sobre Japón todos tienen chances de clasificarse a octavos de final. Juegan España (4 puntos)-Japón (3) y Alemania (1)-Costa Rica (3). A sacar cuentas.
Aparecieron el ritmo y la intensidad propias de un Mundial en la cancha. Salió un partido caldeado, raspado, con mucha presión de ambos lados. España despliega una admirable circulación de pelota y así los ataques le salen más limpios. Alemania jamás resigna su esencia de reemplazar con técnica y potencia lo que le falta de imaginación. Chocaron esas escuelas y se repartieron la torta, al cabo de una equitativa sumatoria de emociones en las áreas. Por eso los dos equipos se fueron aplaudidos.
Tras el show español contra Costa Rica los alemanes sabían que la consigna era controlar a los jóvenes maravilla Gavi y Pedri. Lo hicieron bastante bien, pero España tiene más piezas en las alforjas. Una de ellas -Jordi Alba- pertenece a la vieja guardia e hizo la tarea. Con mucha simpleza, como le gusta a Luis Enrique, el lateral jugó la pelota rasante al medio y Morata anticipó el cierre para romper el cero. El delantero había ingresado instantes antes para potenciar una delantera que necesitaba más pimienta. El gol avivó aún más el juego a esa altura del segundo tiempo, cuando la sensación era que el partido estaba para cualquiera.
En la primera parte los españoles habían dejado una mejor impresión, saliendo con claridad desde el fondo y apelando a la movilidad de Ferrán Torres. De entrada casi marca Dani Olmos con un derechazo precioso, pero se topó con una estirada prodigiosa del interminable Neuer. El arquero la rozó y la pelota reventó el travesaño. La chance más clara de Alemania partió de un tiro libre lanzado desde la derecha, directo a la cabeza de Rudiger. Fue gol, pero anulado por un off-side de computadora que detectó el VAR. Rudiger estaba adelantado por un brazo, historia que ya conoce de sobra Argentina desde que Lautaro Martínez quedó frustrado aquella tarde contra Arabia.
Pero vamos al segundo tiempo, que de mundialista lo tuvo todo. Unai Simón demostró por qué Luis Enrique decidió que De Gea no sería su arquero cuando planeó hacia su derecha para tapar un pelotazo que se metía junto al palo. Luego apareció la promesa alemana, Musiala, y su balazo encontró el cuerpo de Simón. Pero el arquero se quedó sin chances poco después, cuando la presión alemana -ya insostenible- terminó de dar frutos. Nuevamente Musiala maniobró en el área y el remate le quedó servido a otro recién ingresado, el tanque Fullkrug. Fue un fusilamiento sin miramientos para el 1 a 1.
Se esperan más partidos en Qatar 2022 como el que brindaron españoles y alemanes, sobre todo por lo visto en la recta final de la noche. En España se notó el cansancio de Sergio Busquets, a quien la topadora alemana se le vino encima una y otra vez. Allí, cuando el rival apretaba, a Luis Enrique le faltó meter un refuerzo. “Pensá”, le decía Rudiger a Gundogan, pero el cerebro germano esta vez no encontró la claridad necesaria y fue reemplazado, al igual que Müller, muy poco productivo. Los cambios le vinieron bien a esta Alemania que caminaba por el precipicio después de la caída a manos de Japón. El gol de Fullkrug le dio una vida más en la Copa. España puede estar tranquila con lo suyo, pero jamás confiarse. Esto es largo y cambiante.